Rafael Mies

Febrero

Por: Rafael Mies | Publicado: Jueves 13 de febrero de 2014 a las 05:00 hrs.
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Todos los meses del año tienen algo en particular. Sin embargo, febrero es por muchas razones un mes con características que lo hace especialmente interesante y valioso. Para los que están de vacaciones, y seguramente no leerán esta columna, este mes representa el premio a un año de trabajo, la posibilidad de dedicar tiempo a cosas inútiles y compartir con familia y amigos. Demás está entonces argumentar porque febrero es para ellos un mes muy esperado, importante y único del año.

Pero, para  los que se quedan en el trabajo, o ya están de regreso de sus vacaciones, también este segundo mes del año ofrece cosas muy atractivas, tanto que hay algunos verdaderamente fanáticos de trabajar en febrero. Aunque parezca insólito que exista gente feliz trabajando mientras la gran mayoría descansa, baste representar algunos hechos que pueden explicar esto y de los que me encantaría sacar algunas lecciones importantes.

En primer lugar, es por todos sabido que vivimos en un mundo cada vez más acelerado y falto de tiempo. La sensación generalizada durante el año es que nunca las horas son suficientes para cumplir la inmensa cantidad de compromisos que acumulan muchas agendas.

Esto no sucede en febrero. Algo, casi mágico, pasa con el tiempo que se multiplica en esta época. En efecto, muchos temas ya fueron cerrados en enero o definitivamente postergados para marzo, con lo cual parte importante de las urgencias no existe y el tiempo alcanza para abordar innumerables cuestiones pendientes; este solo hecho da una sensación de alta productividad que hace que el ir a trabajar se convierta en una sensación casi placentera.

En segundo lugar, en muchas organizaciones se produce una cultura muy positiva de "hacer patria" mientras el resto está de vacaciones. Una especie de  "solidaridad- complicidad" entre los que van a trabajar que mejora notablemente el clima laboral y las relaciones humanas, volviendo a convertir el trabajo en algo positivo y deseable.

Por último, el impresionante empoderamiento que se genera en muchas organizaciones hace que la gente trabaje con un alto nivel de compromiso. En efecto, la delegación funciona como nunca durante este mes y muchas tareas se confían a los que quedaron subrogando los puestos de trabajo. Por otra parte, al ser notoriamente menos los que están en las empresas, la comunicación fluye sin muchas de las trabas burocráticas propias del resto del año y los temas van saliendo con una eficacia muchas veces impensada.

Existen muchas otras razones por las que febrero es un buen mes de trabajo. Desde la vestimenta que se relaja y hace que la gente esté más distendida, los menores decibeles en los pasillos y los teléfonos que dejan de sonar, todos ellos mejoran no solo la calidad del trabajo sino la calidad de vida.

La mala noticia es que febrero termina muy pronto y marzo reaparecerá con toda su "locura y estrés".   Por ello, creo realmente que hay una oportunidad para las áreas de recursos humanos de investigar las cosas positivas de febrero y ver qué posibilidades hay de trasladarlas durante el resto del año.

 

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